sábado, 24 de noviembre de 2012

Carpa

CASA. Casa también puede ser HOGAR, aunque de acá a un tiempo también me vino a la mente la palabra refugio. Dar cobijo, amparar, salvaguardarme, protegerme de un mundo que no me parece del todo feliz. Este año fue muy de afuera, estar en la calle girando, laburando sin parar, pasando más tiempo en trenes, colectivos, trabajos que en mi propia casa. PROPIA, porque hace más de un año que vivo sola y es una de las cosas más lindas que me pasaron en la vida. Yo y mis gatos y ropa tirada,  las cosas perdidas abajo de los muebles y la ollita con arroz de hace tres días en la heladera.
Enamorarse y no querer irse a dormir solo, y dar besos en los surcos de la espalda, remolonear un domingo y querer que sean muchos hasta querer que sean siempre.  “¿mi amor vas a querer verme todos los días?” Sí. Y voy a estar esperando a que llegues y escucharte los pasos, y verte desplomar  en el sillón hojeando un libro.
¿Te acordás la tarde que llegamos al glaciar frías? Hacía días que veníamos caminando juntos, nos dijimos entre risas que si nos bancamos eso podíamos bancarnos todo, esa noche armamos la carpa, te acordás?. Dudamos si era un material resistente, la lluvia amenazaba, el frío también, pero la armamos con paciencia, ataste el techito con unas cuerdas a un árbol, vos estabas más con la ingeniería de afuera, que el terreno sea bueno, que no haya piedras, yo me encargué de adentro, estiré las bolsas, improvisé unas almohadas, y preparé las ollas para que cocines, hiciste un arroz con un anafe y nada más, estaba riquísimo. Fuimos un rato a ver el glaciar al lado del arroyo, una noche hermosa y fría que crujía con el desprendimiento del hielo. Vos y yo y volver a la carpa para seguir estando juntos y tocarnos, amarnos en 2 x2, con el techito en la nuca y de repente el frío ya no estaba. Estábamos adentro, en nuestro pequeño refugio, con la pancita llena, los ojos brillantes y los cuerpos calientes del roce.
Esa noche empezamos a hacer nuestra casa, la desarmamos al día siguiente para volver a armarla, algún día, en alguna parte.
¿Cuando decimos volver a armarla?
AHORA!
(un día,  después de un largo camino, queriendo que llegue la noche para armar la carpa e irnos a dormir juntos)

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